Su última ronda. Eso fue todo lo que le quedó a Anthony Villarreal. Estaba a punto de partir hacia Afganistán después de su tercer traslado a Medio Oriente en cuatro años de servicio en el Cuerpo de Marines de EE. UU. Pero en esa última misión, una bomba que se encontraba al costado del camino explotó e hizo volar el vehículo que él conducía. Este evento le produjo quemaduras de tercer grado en el 70% del cuerpo, la espalda fracurada y otras lesiones. Tuvo suerte de haber sobrevivido.

Luego de tres meses en coma, la amputación de su mano derecha y dedos de la mano izquierda, dos años en el hospital que fueron agotadores y más de 70 dolorosas cirugías, su mayor miedo era no saber qué podría hacer para mantener a su familia.

"Se sintió bien saber que alguien pensaba en nosotros", cuenta Anthony. “No solo yo… también me preguntaron cómo estaba mi esposa. Realmente la ayudaron. Nos hablaron de programas que podrían ayudar con nuestra transición".

El veterano herido Anthony Villareal está de pie sonriendo junto a su esposa en el césped.
El veterano herido Anthony Villareal está de pie con su esposa, con sus frentes tocándose. Ambos sonríen y visten camisas celestes.
El veterano herido Anthony Villareal, su esposa y sus dos hijos se sientan en una gran roca mientras sonríen a la cámara. Anthony sostiene las manos de su esposa mientras ambos niños se sientan en su regazo.

Cuando Anthony regresó a su ciudad natal de Lubbock, Texas, comenzó a recibir correos electrónicos de WWP con invitaciones para participar en programas y salir de viaje. Las relaciones que forjó con otros veteranos las considera invaluables.

“Ingresé al Ejército porque quería devolver parte de lo que había recibido. Lo que me maravilla es la cantidad de personas que me han retribuido”.

"Para mí, no eran viajes sino más bien reuniones", remarca Anthony. "Me ponía en contacto con otros veteranos heridos y sus cónyuges y podía ver con mayor claridad lo que podría ser mi vida si salía adelante en vez de quedarme en casa".

El veterano herido Anthony Villareal y su esposa sonríen mientras ven a sus dos hijos jugar en la mesa de la cocina de la familia.

Anthony, que al principio era tímido e introvertido debido a su aspecto físico, ahora comparte activamente su experiencia con el objetivo de ayudar a otros veteranos.  A menudo, las personas le dicen que su historia les ha permitido comprender un poco mejor lo que las familias de los militares sufren. 

"Creo que es muy importante que los veteranos compartamos nuestras historias para que todos sepan por lo que estamos pasando como fuerza beligerante de Estados Unidos. Estamos en esto juntos". 

A través de su viaje, Anthony ha aprendido que la sanación no ocurre solo, sucede juntos. Con el apoyo de su familia, compañeros veteranos y WWP, ha encontrado un nuevo propósito: levantar a otros de la manera en que él fue levantado. Su historia es un recordatorio de que incluso en los momentos más difíciles, la conexión y la esperanza pueden reconstruir lo que alguna vez se pensó perdido. 

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